INFIDELIDAD
¿Qué es la infidelidad?
Una de las situaciones más graves que puede afrontar una pareja es la infidelidad de uno de sus miembros. Esta infidelidad consiste en una relación afectuosa o sentimental con una persona distinta de la pareja habitual. En estos casos, se produce una ruptura de la confianza entre ambas partes; sin esta confianza mutua, que es uno de los pilares básicos de cualquier relación sentimental, la pareja queda severamente dañada.
El propio concepto de infidelidad es de difícil precisión, ya que no necesariamente implica tener relaciones sexuales con otra persona. Puesto que la confianza es una cuestión muy subjetiva, cada individuo puede considerar como infidelidad algo distinto. En cualquier caso, este es uno de los motivos más frecuentes de ruptura; según diversos estudios, solo el 50% de las parejas en las que ha habido infidelidad por alguna de sus partes, consiguen reponerse y salvar la relación.
Por otro lado, las propias percepciones sobre qué es infidelidad y qué no varían mucho en función de si se atribuyen a uno mismo o a la pareja. En este sentido, se han realizado estudios que demuestran cómo cambiamos nuestra percepción en función quien comete la infidelidad. Así, comportamientos que pueden considerarse inocentes cuando los hace uno mismo, son entendidos como inaceptables si los hace la pareja.
Precisamente debido a la dificultad a la hora de establecer qué es infidelidad y qué no, lo más adecuado suele ser hablarlo y consensuarlo previamente. En la medida en la que se establezca un diálogo claro y honesto, se crearán unas normas comúnmente aceptadas. Este tipo de acción ayudará a evitar malentendidos y a garantizar el compromiso de ambos miembros de la pareja.
¿Cuáles son las causas que pueden dar lugar a la infidelidad?
Son muchas las razones que pueden hacer que una persona sea infiel con su pareja. La monotonía, la falta de deseo sexual o la necesidad de sentirse deseado son algunas de las causas más comunes; ello no significa sin embargo que sean las únicas, por lo que intentar hacer un listado cerrado sería inútil. En cualquier caso, los motivos que llevan a la infidelidad son iguales en hombres y en mujeres; esto puede chocar con algunas ideas preconcebidas, aunque se ha demostrado ampliamente en múltiples investigaciones. Así, las causas más frecuentes son las siguientes:
Motivos más comunes de infidelidad
Nuca se ha tenido la intención de ser fiel. Algunas personas simplemente no creen en la monogamia. El hecho de que tengan pareja no implica que pretendan dejar de tener relaciones con otras personas.
Insatisfacción con la pareja. Esta insatisfacción puede ser sentimental, sexual, de atención o de cualquier otro tipo. Ante esta sensación de no ser cuidado por la pareja, muchas veces se buscan relaciones con terceras personas.
Creer que ya no hay amor. Muchas veces, como consecuencia de la disminución del deseo y de la actividad sexual. Este proceso es natural en todas las parejas, pero a veces lleva a interpretar que la relación se ha roto.
Buscar una alternativa a la actual pareja. Ya se sabe que se quiere abandonar a la actual pareja, pero se busca tener a alguien en la recámara. No se quiere romper la actual relación sin tener la otra aún asegurada.
Sensación de inseguridad personal. Se puede dar si la persona se siente más fea que su pareja, menos atractiva, menos inteligente, etc. Aquí la infidelidad sirve como forma de reafirmación personal, al sentirse que se está “en el mercado”.
Monotonía en la relación. Esto puede suceder incluso si la relación es valorada positivamente en su conjunto. Aquí, muchas veces se trata simplemente de la necesidad de buscar algún aliciente personal.
Revancha. A veces, se es infiel como reacción a alguna afrenta que se ha sufrido por parte de la pareja. Aquí la infidelidad es una forma de venganza, en la que desquitarse por el trato injusto que se ha recibido.
Inestabilidad emocional. Algunas personas simplemente son infieles debido a que tienen un patrón de personalidad inestable. Los individuos con traumas infantiles o que han sufrido abusos en su infancia tienen mayor propensión a ser infieles.
¿Cuáles son las principales señales de alarma de que puede existir infidelidad?
Detectar una infidelidad puede ser difícil, aunque existen indicios que pueden dar lugar a sospechas. Al fin y al cabo, mantener una relación paralela en secreto es también complejo, por lo que es improbable que se pueda ocultar por completo que se está manteniendo un idilio con una tercera persona.
Por ello, aunque se oculten las pruebas más evidentes, siempre quedan pequeñas señales que pueden ser significativas. Algunas de estas pistas son cambios sutiles en actitudes o comportamientos cotidianos de la pareja como, por ejemplo:
Cambios en las rutinas diarias.
Estado de ánimo alterado, propensión a iniciar discusiones.
Aislamiento emocional y falta de comunicación.
Interés por cuestiones que antes no llamaban su atención, o gustos diferentes (por ejemplo en música, opiniones políticas, literatura, etc.)
Falta de transparencia, no permitir acceder al teléfono o al ordenador propios.
Mantener un exceso de privacidad, por ejemplo saliendo de la habitación para hablar por teléfono.
Reacción negativa de la pareja cuando se la visita de manera imprevista.
Hablar frecuentemente de una misma persona, incluso si es de manera negativa.
Gastos fuera de lo normal en tarjetas de crédito, por ejemplo, en restaurantes, hoteles o joyería.
Creación de cuentas de correo o líneas de teléfono adicionales, o cambio de contraseñas de las que ya tiene.
Cambio de actitud de los amigos de tu pareja hacia ti.
Tu pareja comienza a hacerte regalos sin motivo aparente.
Se saca frecuentemente como tema de conversación una eventual finalización de la relación.
Nerviosismo o incoherencia en las explicaciones ante preguntas de dónde ha estado o qué ha hecho.
Actitud defensiva o intento de desviar el tema si se le pregunta con quién ha estado o qué ha hecho.
Disminución del deseo o de la actividad sexual.
Cambio en el olor corporal, por ejemplo, a perfumes, colonias o lociones.
FUENTE: somospsicologos.es
HELADO DE CHOCOLATE
INGREDIENTES
- 300 ml de nata montar o crema de leche 35% materia grasa
- 100 ml de leche entera y 100 ml de leche condensada
- 3 yemas de huevos grandes
- 2 tabletas de tu chocolate 70% preferido, mejor que no sea de cobertura (100 g. cada tableta)
- 1 cucharada de esencia de vainilla
- 2 cucharadas de cacao en polvo
MANERA DE PREPARAR
- Primero separamos la mitad de una de las tabletas y la troceamos en pequeños trocitos en la picadora.
- Estos trocitos son de lo mejor que nos vamos a encontrar, pequeñas partículas de nuestro chocolate preferido en nuestro helado casero.
- Reservamos para el final de la preparación.
- Añadimos la nata líquida, la leche entera, la leche condensada a una cazuela y calentamos hasta que se temple. Separamos los huevos, lo mejor es cascar el huevo con más cuidado de lo normal. Exactamente por el centro para realizar una abertura entre las dos mitades en la que quepa el dedo pulgar. Nos podemos ayudar de un cuchillo.
- Sostenemos el huevo sobre un cuenco y con el extremo más ancho hacia abajo, levantamos con cuidado la mitad más pequeña de la cáscara. Caerá parte de la clara en el cuenco, mientras que la yema permanecerá en la mitad más grande de la cáscara.
- Deslizamos con cuidado la yema hacia el trozo pequeño de la cáscara y luego de nuevo hacia la grande para que el resto de la clara caiga en el cuenco. Y de ahí a otro cuenco con el resto de la yemas que hemos separado. Es fácil, tras hacerlo varias veces la práctica hará que sea super sencillo. Batimos las yemas manualmente con unas varillas o un simple tenedor hasta que se quede como una crema.
- Añadimos las yemas a la crema de leche, también la cucharada de esencia de vainilla, el chocolate en trozos y el cacao en polvo. Removemos hasta que se funda el chocolate, una vez que esté disuelto batimos todo muy bien hasta que los ingredientes estén bien integrados.
- Dejamos unos minutos a fuego lento y sin dejar de remover hasta que espese un poco (no debe llegar a hervir o se cortará). Dejamos enfriar la crema de chocolate completamente antes de meterla en un recipiente o tupper. Metemos toda la mezcla en la nevera. Debemos dejarla allí por lo menos tres horas antes de empezar a trabajar con ella.
Preparación del helado de chocolate
- Si hacemos el helado con heladera tenemos que dejar la crema varias horas en la nevera y luego podremos mantecarlo.
- Mantecar es el proceso mediante el que cambia la textura del helado de líquida a sólida o semisólida por medio de agitación y frío.
- El objetivo es convertir la crema que tenemos en una especie de mantequilla donde debemos ir rompiendo los cristales de hielo a través del movimiento. Introduciendo aire a la mezcla (mediante heladera o batido manual), es el paso más importante para lograr un helado cremoso.
Preparación a mano. Mantecar
Manualmente: Cuando hagamos el helado sin heladera mi recomendación es tener la crema en la nevera unas tres horas y luego pasar al congelador otra hora más de reposo.
- Finalmente estaremos otras dos horas y media removiendo el helado en el congelador cada poco tiempo para ir rompiendo la cristalización.
- El elefante encadenadoCuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra vez…
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